Plumas inundan mi habitación. Soy un Fénix purificado por el fuego. El mundo es tan efímero que lo de hace un minuto ya es pasado. La música viene desde el cielo y se arroja, con los brazos abiertos resguardando mi alma. El viaje es sobre todo interior. Aquí en casa, he ido hasta los lugares más recónditos, he navegado océanos turbios y sin embargo, aquí estoy, viendo el acontecer de los días. Llegan noticias de todos lados, algunas absurdas, otras trágicas y todas tan lejanas que sólo puedo suspirar y decirme "que mal anda todo, es tan inóspita la vida". Y luego viene el grito, la sacudida para despojarme de todo eso y al fin la revolución, sobre todo interna, que después saldrá sin miedo, sin temor y sin verguenzaa desajustar mentes seguras. De vez en cuando el Bhagavad-Guita me dice que hay que dejarlo todo, liberarse de lo material y emprender el camino espiritual, comprender la naturaleza de las cosas. Le dice Krisna a Aryuna: Cualquier muerte en el campo de batalla sólo supondría el desprendimiento del cuerpo, pero el alma es permanente.
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