Es posible invertir la mirada que merece un rostro o el paisaje. Talvez mirando al revés, cada uno se de cuenta de la verdadera importancia de nuestro entorno, de tantas bellezas y detalles que nos justifican en la tierra. Porque es un placer mirar desde donde no estamos acostumbrados. Darle un giro a todo es volver a mirar, renacer, así no nos tragamos entero tanta mentira y tanto esquema que nos imponen. Inclusive, hasta la Universidad hay que mirarla distinto, porque al paso que vamos ya no será nuestra alma máter, sino otro centro privado de los que tanto abundan en la ciudad. Alteremos nuestras miradas, por lo menos como ejercicio diario o como vicio, y dejemos de un lado los esquemas.
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