martes, 3 de noviembre de 2009
Cédula de ciudadanía
Miraba fijamente mi “identificación personal” en esta República, que es la de Colombia (si es que todavía se le puede dar ese nombre tan bonito de República), y trataba de descifrar ese número de ocho dígitos, cinco de los cuales son el 1, luego una firma que hoy ha cambiado un poco, la de ahora es escurridiza, tambaleada aunque no pierda esa esencia de la otra, pues es la misma B. En la foto tengo una camisa del color que ahora no me pongo; el rojo. Ese rojo se fue sin decir nada, no volvió a asomarse por mis prendas de vestir, pero sí por algunos atardeceres, aves o flores. Llevo unos pendientes en las orejas que ahora no me pongo. Las de hoy las he dejado libres, sin esa costumbre que me impusieron desde niña sin yo poder elegir ¿acaso dejo de ser más o menos mujer por unos aretes? El cabello estaba más peinado que ahora, además esa línea que algunas nos hacemos para descubrirnos el rostro se ha corrido un poco para el costado izquierdo. El viento es el que se ha encargado de darle esta última forma. Cada cabello va y viene a su gusto. Y se conserva también la esencia; la misma sonrisa, los mismos ojos llenos de atardeceres. Después de medir mi huella ahora con la de hace seis años, la última se ha alargado un poco, ha pasado más páginas de libros y ha tratado de no ponerla en ninguna parte más para no seguir perteneciendo a un sistema que nada más sabe de nosotros por un número y una huella y hasta ni eso. No saben de nosotros. “Los compatriotas” nos llaman algunos con mucho orgullo, porque se quedan nada más en nombrarnos y en darnos importancia en las elecciones y para no dejarnos entrar a ninguna parte y nada de derechos si no lleva su identificación personal, la CEDULA DE CIUDADANIA. La fecha de nacimiento no ha cambiado ni el lugar ni el sexo. La estatura sí, y del grupo sanguíneo nada sé de él porque solo para esa vez me hice una prueba, no he comprobado esos resultados. Es posible que mi RH no sea ese y es posible que sí, algún día puede que salga de la duda. ¿Para qué servirá en la República de Colombia entonces esa identificación a la que le han cambiado tantas cosas y es posible que algunas sigan cambiando?
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