miércoles, 10 de diciembre de 2008

Ventana desnuda I







El tema de las ventanas ronda en este blog, porque éstas se han convertido para mí en una especie de alucinación, en un dios al que venero cada que puedo. Siempre he tenido ventanas. Grandes ventanas que me han dejado traspasar los delirios de la niñez, las ambiciones de adolescente y la nostalgia de la adultez. Hasta algunas lágrimas de soledad.
Mirar por la ventana de mi habitación, que da hacia la calle, y luego hacia techos en perspectiva y luego a una parte de la ciudad que titila al fondo, no es un hábito, sino una necesidad. Me urge alimentarme de ese aire denso que no entra hasta mi casa y que puedo evitar cuantas veces quiera. Ver pasar rostros desconocidos, rostros llenos de incertidumbre, de cansancio, de alegría. Todo un collage de rostros que terminan siendo la humanidad representada en unos cuantos.
Desde mi cama, que está al lado de la ventana, se puede ver la luna, las estrellas, la lluvia, los árboles florecidos del prado.
También se puede oír a cualesquier hora de la noche el sonido de una guitarra. Un hombre que baja con su guitarra conversando en notas, haciéndola aullar por esas calles solitarias. Algunas veces baja acompañada de un violín. Otro hombre que hace las veces de conquistador con sus dulces notas. Al fin llegan a unirse, hasta desaparecer.
Hay un rostro que me impacta bastante. Es el de una mujer recicladora, de unos 30 años de edad. Morena. Ojos grandes. Un par de costales al hombro. Siempre mirando para el suelo y con unos audífonos, entonando alguna canción que no reconozco. La observo hasta que se pierde igual que la guitarra y el violín.
Suelen pasar los colegiales gritando, riendo, burlándose de algún amigo o cortejando a sus compañeras.
Hombres borrachos, echando piropos a cuanta mujer pasa.
Todo se convierte en un circo desde mi ventana, donde, como espectadora, deseo encontrarme siempre con alguna función. Y seguro, siempre la hay.

3 comentarios:

caruri dijo...

Bueno, Alice, lo primero es que me encanta que te hayas atrevido a comprometerte con un blog. Así no dure. Así te aburra o te encarrete.
Lo segundo, me gustan los textos y las fotos. Porque eso eres, es decir, te muestras en ellos, te entregas un poco.
Tercero en el contexto en el que planteas tu blog, las perspectivas son muchas. Y prometedoras. Eso, por lo menos a mí, me crea curiosidad, deseo de ver y de leer, cierta intención indiscreta.
Me alegra, pues. Ya verás cómo va tomando fuerza.
Un abrazo.

Diana Osorio dijo...

Me parece valioso el hallazgo "función de circo" en cada encuentro con la ventana.

Y sí, lo que obliga a volver a este blog será la indiscreción de la ventana, aunque en realidad, será una ventana que da a otra ventana?

Jhoed dijo...

Cada ventana, creo, persiste en mostrarnos el circo en que vivimos. Nuestros ojos y su mirada sujeta a la parcialidad de nuestra sensibilidad.
Las fotos nocturnas de la ciudad siempre me han parecido fantásticas. Algún día hacéme ese regalo: unas fotos nocturnas desde esa misma ventana, el circo en su función de noche. Aparte, las fotos de barriada nocturnas siempre me han parecido maravillosas.
Un abrazo.

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