Cada día el mundo nos absorbe como esponjitas. Cada vez nuestras emociones se vuelven más vulnerables, porque ya hay más modelos y, por ende, fanáticos. La política es una muestra. No hay municipio colombiano que no esté condenado a la publicidad política. Por cierto, se nota que disminuye el ingenio de los candidatos, como si el tiempo se hubiese detenido; los mismos lemas, las mismas fotos (algunos muy payasos), las mismas promesas. ¿Y al final qué queda? Que era solo fachada porque las promesas se quedan en eso, en nada. La televisión alimentando el pueblo con telenovelas que lo hacen olvidarse de sí mismo y vive como inserto en ese mundo de apariencias y falsedad, donde abunda el dinero, el egoísmo, la vanidad. Deberían llevar a la televisión Los Hermanos Karamazov, o Sobre Héroes y Tumbas o el lobo estepario, pero no las mismas historias trilladas que la gente ve porque "no hay nada más que ver". La radio cada vez más escandalosa, grosera, burlándose de las personas con malos chistes, mala música, desperdiciando oídos expectantes.
Son tiempos extraños, apocalípticos.
Creo en la búsqueda interior, en un centro espiritual. La esponja sólo recoge lo que le sirve.
En mi caso la fotografía es esa causa que me mantiene firme y en revolución. La lectura trae consigo la paz y armonía. El caminar aporta salud y trae imágenes gratas (algunas ingratas). La palabra que convoca a la acción y al reconocimiento del otro.
Les dejo un reflejo de una garza que tal vez aporte a esa búsqueda en la que todos estamos sumergidos.