lunes, 15 de febrero de 2010

Notas desesperadas

¿Hay que llegar al límite para darse cuenta de los errores?
El límite puede ser catastrófico y peligros tanto para uno como para el resto.
Es necesario parar la barbarie.
No hay que ser tan provocadores en momentos donde la gente está propensa a asesinar por una mirada, por una palabra.
El cuidado de los actos puede prevenir cualquier tipo de sufrimiento.
¿Por qué será que los hombres buenos tienen que aguantar y ver la porquería que hacen los malos?
Será posible que los buenos en algún momento se cansen y se despierte su verdadero monstruo que puede ser aún más peligroso.
Le temo a los hombres y más a los que no usan sus sentidos.
Todo lo que pasa ahora es una señal para estar más lejos de los que nos hacen daño. Hay que tenerlos a distancias, porque en algún momento caemos en su trampa.
Se pone peor y cada día el hombre tiene menos tolerancia, despierta su animal fulminador. Se encarcela en sí mismo y todo lo que se mueve es un enemigo.
Llegará el momento donde nadie pueda mirar a nadie. Yo no quiero estar ahí. Quiero ver ojos verdaderos, llenos de humildad y sin engaños. Yo quiero tener esos ojos.
De verdad se acerca el final y lo presenciamos. Los que tienen los ojos cerrados no lo pueden ver, pero yo sí lo veo y muchos lo ven.
¿Qué será lo que mueve al hombre en estos momentos? Nada más que el orgullo que lo lleva al precipicio, al colapso.

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